Sobre la toma de la palabra

La cultura, entendida en términos gramcianos, es un campo de lucha para la imposición de determinados valores y modos de entender el mundo. El proceso en el cual las clases populares toman la palabra para sí, está inscripto en esta lógica de lucha cultural para la imposición de sentido. Esta disputa forma parte de las relaciones de poder entre clases, por lo tanto, al ser una disputa por el sentido, es política. “La acción propiamente política (…) pretende producir e imponer representaciones (mentales, verbales, gráficas o teatrales) del mundo social capaces de actuar sobre él actuando sobre la representación que de él se hacen los agentes” (Bourdieu, P. 1988, 96). Como la lucha cultural es, en sí, política, el proceso mediante el cual las clases populares buscan “hacerse de la palabra” también lo es. Según el filósofo francés Michel De Certeau cuando las clases subalternas pretenden tomar la palabra transforman su situación asimétrica en una manifestación política, una manifestación política en el plano cultural, donde se hacen visibles públicamente.

Pierre Bourdieu, sociólogo francés, sostiene que para “instituir la voz del grupo subalterno”, para darle legitimidad a dicha voz las clases subalternas deben producir un cambio radical, en sus términos: “una ruptura herética” (Bourdieu, P. 1988, 96), un quiebre con respecto a lo que el mismo denominó la doxa, las representaciones legitimadas de la cultura dominante. El funcionamiento social de la doxa implica la aplicación de un tipo de lógica práctica en el marco de la vida cotidiana. El solo hecho de cambiar la doxa ya habilita a la ruptura herética como política, porque implica el cambio de un saber legítimo-legitimado por otro, ya que “la subversión política presupone una subversión cognitiva, una reconversión de la visión del mundo” (Bourdieu, P. 1988, 96). Entonces los sectores populares, para hacerse de la palabra, primero deben cambiar la doxa.

El concepto que Michel De Certeau tiene de autoridad no es muy distinto: “Por autoridad entiendo todo lo que ejerce (o pretende ejercer) autoridad –representaciones o personas- y se refiere entonces, de una manera u otra, a lo que SE RECIBE como CREÍBLE”. (De Certeau, M, 1999, 21) Este autor da cuenta de sus influencias focaultianas al reconocer que socialmente existen una serie de autoridades que se controla y reconocen recíprocamente.

Según Bourdieu, las condiciones objetivas de existencia se hayan interiorizadas en los sujetos. Es por ello que estas, como interiorización de una conformación social estructurada, condicionan la percepción que el mismo tiene del mundo y como este actúa en él, por ello Bourdieu las llama “estructurantes”. Este conjunto que el autor denomina “esquemas generativos” dan lugar al concepto de habitus. Estas estructuras sumadas a las expectativas de quienes integran un grupo social dado, configuran lo posible dentro de una clase social, un habitus de cada clase.

El habitus incide en las prácticas, es por ello de vital importancia para el cambio social el cambio de las representaciones que los sujetos tienen sobre el orden establecido, cambiando las representaciones del mundo o de la realidad se produce un “enunciado performativo”, un enunciado que pre-anuncia una realidad para luego poderla concebir, hacerla “concebible y, sobre todo, creíble y crear de esta forma la representación y la voluntad colectivas que pueden contribuir a producirla”.

Michel De Certeau va a hablar, si bien fue contemporáneo y lector de Bourdieu, no de habitus, pero sí de representaciones, de esquemas de representaciones socialmente legitimadas por las clases hegemónicas en su propio beneficio. Esto es lo que De Certeau propone cambiar, los creibles, los verosímiles, las percepciones autorizadas.

Los grupos sociales determinan, en su vida cotidiana, su existencia colectiva, por ello según De Certeau “toda autoridad se asienta sobre una adhesión” (De Certeau, M, 1999, 32). Este también habla de fe, creencia, acuerdo espiritual para describir la existencia de una relación de subalternidad, de legitimidad a un ejercicio de poder donde las representaciones operan en el sentido de sostener dicha relación asimétrica. Para De Certeau la tarea de desmontar dicha lógica corresponde a una revolución cultural.

Bourdieu entiende que toda teoría del mundo social plantea un programa de percepción. La ruptura herética también es una ruptura del verosímil social. Para él “todo lenguaje que se hace escuchar por un grupo es un lenguaje autorizado, investido de autoridad” (Bourdieu, P. 1988, 98), el lenguaje como elemento central en las relaciones sociales, es una representación política de las mismas, es por ello que Bourdieu considera que “el trabajo político de representación (…) eleva a la objetividad de discurso público o de práctica ejemplar una manera de ver y de vivir el mundo social hasta el momento relegada al estado de disposición práctica” (Bourdieu, P. 1988, 98)

Por otro lado De Certeau también considerará importante el papel del lenguaje: “Un lenguaje, desde que se lo habla –desde que es respirable- involucra señales, fuentes, una historia, una iconografía, en suma articulación de autoridades” (De Certeau, M, 1999, 30) las representaciones que poseen los grupos sociales expresan credibilidades, verosímiles sociales.

De Certeau va proponer intervenir en las pequeñas fisuras o fugas del sistema mediante tácticas furtivas que, en sus propios términos, permitan micro-revoluciones. Actos pequeños de indisciplina, que si bien no implican un cambio estructural plantean erosionar el sistema y sus legitimaciones, hacer mella en los imaginarios sociales que configuran la cotidianeidad y la conducta social, imaginarios que, según De Certeau, son ficciones sociales.

Según De Certeau las “revoluciones de lo creíble” operan de modo sigiloso, oculto y discreto, sigiloso porque maniobran con desplazamientos lentos, oculto ya que desplazan significaciones bajo la superficie observable y discreto porque es un trabajo secreto donde se manejan materiales legitimados para disponernos a ser modificados.

El trabajo político –herético- hace pasar del sentido práctico, que según Bourdieu no es reflexivo sino prerreflexivo de las clases populares, a una instancia posterior, de expresión y representación, de verbalización donde los sujetos, a pesar de sus diferencias encuentran sus características comunes. Es en palabras del sociólogo, el paso de un grupo práctico a uno instituido ya que “las categorías con arreglo a las cuales un grupo se piensa y según las cuales se representa su propia realidad contribuyen a la realidad de este grupo” (Bourdieu, P. 1988, 102). El cambio extremo, o “hereje” que propone Bourdieu es un tanto más radical que el propuesto por De Certeau ya que cuando las clases subalternas logran objetivar su discurso, hacerse visibles socialmente y comunicable su discurso, necesariamente debe también modificar completamente la doxa, y esto implica modificar toda la estructura de lo creíble. Todo los demás, según Bourdieu, es mera reproducción del orden imperante.

Por lo tanto el proceso de toma de la palabra en el caso de Bourdieu es un tanto más complicado porque implica todo un cambio en la doxa que involucra la necesidad de poseer un capital legítimo, elemento que del cual no se posea mantiene a las clases subalternas en el estado de dependencia con respecto a las clases dominantes, que sí disponen de dicho capital, en resumen sin capital legítimo-legitimado no hay contracultura y sin cambio de la doxa no hay cambio social.

De Certeau toma un camino más reformista -de la doxa- y abre la posibilidad para que la toma de la palabra pueda lograrse mediante micro revoluciones en la vida cotidiana, pero también es cierto que este autor planteó la pregunta retórica de que si la cultura popular era posible fuera del gesto que la suprime. Otro peligro es que estos procesos de micro indisciplina nunca tomen dimensión política o que, como plantea Bourdieu no sean más que reproducciones del sistema, reproducciones mediante supuestas transgresiones que no son tal.

Referencias:

Bourdieu, Pierre (1979): "La distinción" Editorial Taurus, Madrid, 2000.

___________ (1988): "Describir y precribir: Las condiciones de posibilidad y los límites de la eficacia política", originalmente publicado en "Actes de la Reserche en Sciences Sociales Nº 38", mayo 1981.

De Certeau, Michel (1991): "La Cultura en plural", editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 2005.

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